"Cuantas cosas pasan en la selva!!!!" exclamó el mono, montado en la rama más alta.
Abajo, la familia de elefantes caminaba lentamente en fila por entre los árboles al son de la canción que todos tarareaban; en tanto, el tigre, recostado en la roca, miraba con gesto de aburrido mientras espantaba las moscas.
De pronto se escuchó lo que dijo el león y todos callaron. El único que no entendió la consigna fue el mono. No la comprendió del todo y decidió seguir en la propia, no haciéndose parte del nuevo status.
El león, como buen dictador, determinó las nuevas reglas de convivencia. Cómo debes caminar y por donde hay que hacerlo, dependiendo de tu rango. Entregó los nuevos códigos, mucho más estrictos que los anteriores, dado algunas subversiones.
Monito siguió su tarareo y no se le movió un solo pelo con las palabras del rey.
saltó al árbol vecino, tomó unas cuantas avellanas y continuó descolgándose de rama en rama hasta alcanzar el río. Cruzó montado en un cocodrilo hasta la orilla en donde habita el mandril.
Le comentó que había hablado el león y que todos se parecían obedientes y ocupados pero que él no entendió nada y que tampoco le interesaba saberlo.
"Mientras más entiendo, menos feliz me encuentro.Voy a dejar que otros piensen y hagan, yo no nací para aquello, veré la manera de no tener problemas con el león, pero ni habalr de entenderle lo que quiere decir, esas son palabras mayores que atormentan mi alma; que otros se encarguen de lo serio, yo coloco la música"
El mandril le acarició, amorosamente, el cráneo y le dijo, " Ya bastante haces al no entrar en el juego reglado. Eres el oxígeno que necesitamos para no caer en el desespero, la apatía y el sin sentido. Continúa saltando, cantando y brincando que al mirarte entendemos de que está hecha la vida. Lo que si, no desesperes al león para que continúe pensando que lo importante radica en él."
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