miércoles, octubre 04, 2006

La columna vertebral de la vida

Hace tanto tiempo que no estoy presente en este espacio. Hace tanto que no escribo. Al parecer, me invita a escribir la melancolía, el desasosiego del alma. Hace tanto que mi alma está calientita, está armonizada con todo mi ser, está en paz. Desde aquí quiero escribir hoy, desde la paz misma.
Mi columna vertebral, el eje central de mi vida, se ha tornado, móvil, flexible, plástico. Es una fuente de sustento que no me permite caer, está arraigada en la base de mi espalda, allí donde se enraiza con la tierra. Recorre todo mi tronco, activamente, a cada tanto se encuentra con centros de energía, con los cuales interactúa y se energizan mutuamente. Luego, llega hasta la corona de mi cabeza y forma un gran canal hacia el universo, hacia la nada y el todo a la vez. Tocando de cuando en cuando, con la fuente primordial, se conecta por segundos o a veces, minutos y magnifica su poder sanador sobre mi cuerpo. Se ilumina con un haz de luz que logra alumbrar todo el recorrido interno. Mi cuerpo se vuelve incandescente y las células se van alineando una a una en torno a los mandatos de esta luz.
Mi cabeza está en silencio, en ese sin sonido de un significado profundo, de un contenido idescriptible. Son un cúmulo de sensaciones y ninguna a la vez. Es un estado de placer orgásmico que me recorre entera y me recarga con su gran poder sanador. Es un estado en que no distingo límites ni fronteras. Es un minuto o sólo unos segundos que parecen eternos. Todo se detiene en mi vida, todo queda suspendido entre el todo y la nada. El placer mismo, el disfrute perpetuo, el estado perfecto.
Todo se genera a partir de esa columna vertebral que me sostiene, que hace ponerme de pie día a día y caminar por la vida con la frente en alto y con una sonrisa permanente por el hecho de existir aquí y ahora.
Este ha sido mi gran canal de sanación. La danza primal y el yoga han sido mis caminos desde mi cuerpo físico. La psicoterapia y la meditación han sido mis grandes caminos desde mis cuerpos más sutiles. Pero, al final todos estos senderos se encuentran en en alguna esquina del alma y brota la gran armonía. Esa especie de sabiduría del alma en que se difuminan las polaridades, en que descubres que nada te saca del centro armónico de tu existencia y todo lo que vives en el día a día cobra un sentido trascendente, mirado con los ojos del alma.
Así estoy y así me he sentido hace un largo rato de mi vida.
Quiero compartirlo con quienes leen estos espacios íntimos, para dar esperanza a aquellos afligidos y para abrazar a aquellas almas que están en el mismo camino.
Yo les digo que sí se puede y que no hay que ser nadie especial para llegar al éxtasis de la vida.
No sé cuanto durará esto, pero de que lo estoy disfrutando, sí que lo estoy.
Me siento en armonía, feliz y realizada con mi vida y conmigo misma. Qué más puedo pedir.
Es por esto que desde este lugar, volví a la práctica privada de la psicología. Sí, abrí consulta nuevamente para poder ayudar a mejorar la calidad de vida de aquellos que están recorriendo su camino en una existencia sin sentido.
Espero poder ayudar a muchos en su recorrido personal y que cada vez hayan más seres que vivan en paz y alegría.
En esto estoy y espero que dure muchooooooooo.

2 comentarios:

Andrea Brandes dijo...

Cristi, yo también espero que dure por los siglos de los siglos.
Que tu paz sea contagiosa.
Te acuerdas de esa canción "Lanza perfumes"? Eso, por favor, no dejes de lanzarlos, hay muchos que nos ponemos de brazos abiertos para atraparlos.

Un beso

Iris dijo...

hermosas sensaciones, hermosa cristi, hermosos aromas...