La vida está hecha de instantes, de momentos mágicos llenos de aprendizaje. Si somos capaces de exprimir esos instantes y agudizar nuestra mirada, veremos que en cada uno de esos espacios está condensada toda nuestra esencia. Crecer no es aprender nuevas cosas, es cambiar la mirada de lo que tenemos en frente. Estar completamente en el aqui y ahora nos lleva a tocar con la totalidad de la existencia.
La vida es un holograma, cada parte tiene en si la totalidad.
Mi vida está completa ante mis ojos siempre. Soy yo quien no tiene el valor de abrir esa puerta y encontrarme en el vértigo que me produce dicha visión. Lo que une cada uno de los instantes vividos es una energía maravillosa que traspasa los momentos y los convierte en un solo armónico. Este pegamento se llama AMOR. La energía que le da sentido a la vida como totalidad. Amar todo y a todos, amar la vida misma, los sabores y los sinsabores, navegar en mi tabla de surf amando las grandes y las pequeñas olas. Dejando que la corriente me de su enseñanza. Si quiero ir a un lugar y ese día el oleaje no me lleva, dejarme arrastrar por esa fuerza encontrarle el sentido de su dirección o simplemente no buscar el sentido, solo fluir..................Por algo existe ese oleaje. Yo no lo se todo, más bien no se nada, prefiero que la vida se ordene y yo seguir en mi tabla de surf disfrutando de la corriente........
La vida no es estática, es mantener el equilibrio y la armonía parada en la cresta de la ola.
Dejarme fluir, navegar por territorios desconocidos me llevará a tener experiencias nuevas y así adquirir niveles de conciencia desconocidos hasta ahora. Hay un orden implícito que yo no alcanzo a vislumbrar, un motivo trascendente que no me es develado. Pero, decidí confiar y respetar los ritmos de la vida sin tratar de controlar nada, sólo dejarme estar presente en todo momento. Se va develando esa sabiduría divina que me inunda por completo y me hace estar presente a cabalidad. Mi tabla se hace más firme, más confortable a medida que me dejo embaucar por el ritmo de la vida. En mi atillo llevo mis valores personales, aquellos que me fueron inculcados desde las raíces más profundas de mi familia. Aquello que me hace ser quien soy y no diluirme en el todo. Aquello que está sustentado en mi base egoica, en el ego bueno que me da la sensación de identidad. Soy yo, soy la tabla, soy el oleaje, soy el mar. Soy todo y no soy nada a la vez.
Mi tabla refleja todas mis aventuras de vida, mis dolores y heridas. Con cada dolor se va formando la curva perfecta que me lleva a surfear la ola de manera cada vez más armónica. Lo que en un comienzo fueron brincos, ahora es una danza acompasada con el oleaje marino. Sin esas cicatrices, mi tabla sería diferente, más tiesa, menos elástica, más rígida, menos flexible. En fin, no sería mi tabla.
La vida es permanente movimiento. Cuando intento pararla y ponerme estática, pierdo el equilibrio y me voy al fondo del mar. He aprendido a vivir en movimiento, un ritmo que no lo pongo yo, lo pone la vida misma, el universo en permanente evolución, en permanente cambio. Yo sólo soy el reflejo de esa energía condensada y figurada en algo o alguien llamado Cristi.
Viva la vida, viva el cambio, viva la magia y viva el secreto universal.
3 comentarios:
Gracias por esta bella invitación
Es cierto lo que dices, Criste. La inmediatez es algo que se nos olvida. La cabeza puesta en el pasado o en el futuro nos impide mirar el presente. Tu bello texto nos invita a pararnos un rato, mirar y darnos cuenta.
Gracias por el cariños de hace algunos días.
Un abrazo
"Crecer no es aprender nuevas cosas, es cambiar la mirada de lo que tenemos en frente", excelente punto de vista.
Escribí tiempo atrás sobre lo que creo son las diferencias entre el ver y el mirar:
http://biogestion.blogspot.com/2006/03/ver-o-mirar.html
Salu2
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