miércoles, julio 18, 2007

ASÍ ES MÁS FÁCIL

Para que se desate una guerra, tiene que haber al menos dos que quieran pelear. Si uno de ellos no cree en las batallas, deja de haber la posibilidad de guerra.
Al vivir desde lo profundo, desde el YO SOY, es imposible entrar en conflicto. El desajuste solo se puede vivir desde el ego. Lo profundo, el Atman, no sabe de rencillas, no conoce el desajuste.
Que fácil parece y por Dios que difícil es ponerlo en práctica!!!
Desde la armonía sublime se puede vivenciar la paz, la no guerra, el no conflicto. Actuar desde lo profundo nos puede llevar a bajarnos de cualquier disarmonía. Todo fluye mágicamente, se respira el orden perfecto de las cosas, de la vida.
Me he propuesto vivir desde ese lugar, con todos, en todo momento y lugar. Se acabaron las guerras, ya no hay conflicto. Sólo existen las crisis como oportunidades de crecer, de ser más sabio y ampliar los límites de la conciencia.
Mi vida se ha tornado mucho más fácil, más placentera y llena de amor y felicidad frente a lo que me toca vivir. Cuando algo se ve desajustado, veo si el problema es mío o del otro, generalmente me sumo en una profunda compasión por quien está con mesquindades. Por quien no puede vivir la vida más que desde el rincón de la amargura, el dolor y la necesidad de pasarle la cuenta a la vida por su desdicha personal. Pobre del que no puede salir de ese círculo vicioso, siempre volviendo al pasado y pasándole la cuenta a los demás de su desgracia personal.
Vivir desde el ego nos hace un profundo daño, no nos deja ver la maravilla que llevamos dentro, no nos permite darnos cuenta que las respuesta a la vida y a la búsqueda de la felicidad están al alcance de nuestra mano.
Bendigo toda mi historia, mis dolores y noches oscuras. Sin ellos no podría tener la conciencia que hoy me acompaña para ser inmensamente feliz conmigo misma y con mi entorno.
Estoy en armonía y en paz, con mi pasado y con el presente que habito hoy.
Gracias a la vida y a los grandes maestros de los cuales me ha tocado aprender. Gracias a los iluminados y a los pinches tiranos. De estos últimos es de lo que más aprendí.
Estoy viviendo tiempos de bonanza, de amor y de una profunda conciencia que me hace reconocer la Presencia divina, tanto en mí como en los otros.
Desde este lugar ya no hay más guerra, ya no existe el conflicto, hay sólo agradecimiento por la vida vivida. Soy una afortunada.

lunes, julio 02, 2007

ACEPTAR, SÓLO ACEPTAR

La vida se encarga de mostrarnos ciertos tips que van haciendo sentido y ponerlos en práctica nos ayudan a vivir más en armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno.

Uno de ellos, que estoy practicando con regularidad y que me cuesta mucho es "no juzgar". No emitir juicios acerca de la conducta de nadie y menos la mía.

No me ha sido fácil. El tener una mirada desapegada y no clasificar a nadie no es una práctica muy común. Habitualmente nos encontramos opinando si este o aquel debería hacer tal o cual cosa. Solemos catalogar las actitudes de otro en el continuo de "bueno-Malo". He procurado mirar desde el desapego y tratar de entender más que juzgar. Ponerme en la posición del otro y ver las múltiples alternativas, encontrando que la multiplicidad de conductas están en nuestro escenario y que cualquiera de ellas tiene detractores y aliados.

Qué fácil es opinar de la vida de otros, entrometernos, decirle lo que debe o no debe hacer, etc.

Encuentro que somos muy impertinentes con esa conducta de calificar y juzgar a quienes nos rodean. Habitualmente es el reflejo de nuestra conducta con nosotros mismos. Más que tratar de entender, gastamos energía en clasificar. Esto nos lleva a distanciarnos, poner barreras y generar un territorio lleno de minas antipersonales que lo único que logramos es atrincherarnos para que nadie nos opine de nuestras vidas y decisiones.

Escuchar sin clasificar, sin evaluar, simplemente acoger desde la gratuidad, me ha traído una serie de beneficios. Me permite conocer y conectarme mejor conmigo misma y con los otros. Me permite que la vida me soprenda con su infinitud de matices. He logrado entender y respetar, más que juzgar y evaluar.



Las relaciones se mejoran y la capacidad amatoria crece, llegando a la aceptación total del otro y mía propia.

Si estamos abiertos a escuchar la vida, esta nos va mostrando exactamente por donde tenemos que ir creciendo y esa es la magia de escuchar sin barreras, desde la humilde aceptación que aún me queda muchísimo por crecer y evolucionar.