Es un mundo de diferencia el estar de vacaciones. Con que facilidad se entra en el estar más que en el hacer. Cuantos encuentros adquieren aquella profundidad de la cual se carece durante la vida laboral. El reloj interno se rige por la necesidad corporal más que por agentes externos. La vida va tomando el ritmo que se requiere para estar en contacto consigo mismo.
Todo este escenario nos hace replantearnos lo que estamos haciendo con nuestras vidas. cuan alejados podemos llegar a estar de nosotros mismos durante la época laboral. Con cuanta facildad nos hacemos sordos de lo que precisa nuestra alma, nuestro ser más profundo.
Esta es época de renovación, de llenarnos de energía y limpiar el closet interno. Deshacernos de aquello que no nos sirve y reestructurar aquellos aspectos que nos acompañarán durante el año.
Se viene marzo, que nos pille en la más absoluta armonía para así poder dar curso al año que se viene con todas aquellas herramientas que hemos ido puliendo en el descanso.
Permitamos que no se nos borre de la cara el relajo, la actitud positiva y el saber mirar la vida desde lo simple. Logremos hacernos acompañar por la paz, la armonía y el sosiego que nos brinda la playa, la montaña, el agua y el sol. Atesoremos lugares y momentos para volver a ellos en nuestra memoria y así hacer, más llevadero el diario vivir dentro del cemento y el ruido.
Aprendamos a respirar profundo cuando la prisa nos invade y veremos cómo se puede llegar al mismo objetivo por un camino mas calmo. Gozar las vacaciones también nos permite incorporarnos a la rutina con un punto de vista renovado de nosotros mismos, nuestras relaciones y nuestro entorno.
Si tan solo me permito rememorar, por un instante, la armonía de estos días, tengo la plena seguridad que esta me acompañará en los meses de frío. Si puedo poner en mi escritorio una imagen de estos momentos, ya podré tener a mano el ancla para retornar a lo profundo y así no sucumbir ante el primer problema.
Sacarle partido a las vacaciones es poder proyectar esa actitud interna al resto del año.
La cara distendida y la sonrisa despierta en los demás una actitud positiva para con nosotros y esto va generando la cadena energética que hace que todo fluya y se de de la mejor forma posible.
En mi habitan todas las experiencias vividas durante estos días de sosiego y son el depósito energético que me permite retornar a la vida laboral con más ganas y mejor. Sintiéndome con la vitalidad para enfrentar mi trabajo con mucha armonía y espíritu positivo.