domingo, octubre 21, 2007

OTRA OPORTUNIDAD

El alma no envejece, se siente igual a los 15, a los 30 y a los 50. Tal vez el envoltorio no nos acompaña como antes, pero las ganas, los sentidos y sensaciones son las mismas.
El amor no tiene edad, las ganas de vivir intensamente se dan igual y los sueños se persiguen tal y como si fuesen los de una jovencita.
La alegría del encuentro, el dolor de la distancia nos hacen sentir vivos palpitando al unísono.
Me gusta observar cómo la vida se va ordenando y generando espacios que no estaban ni en sueños. Es un despliegue de regalos, de momentos y de formas que me sorprenden por su sincronía y su simpleza. En cada momento se hace oir ese murmullo en el alma que nos dice que esto se gestó hace un siglo atrás. El encuentro se dió de manera mágica, sublime, espontanea en que nadie lo tenía previsto, en que nuestras vidas ya estaban designadas a otra cosa, desde el punto de vista de la razón. Sin embargo, la cognición se hizo pequeña ante la contundencia y profundidad de los hechos del corazón.
Para mí es un regalo tener la oportunidad de pararme nuevamente en mis propios pies. En que pude sanar mis heridas y cuando ya estas estaban cicatrizadas se da el encuentro de almas. Sin buscarlo, sin esperarlo.
Para vivir este espacio, primero fue necesario aprender a vivir en soledad, asumirme en mi individualidad. Si no se sanan las heridas del pasado y se asumen los propios errores, se vuelve a repetir el mismo tipo de relación anterior, los mismos vicios y malas prácticas que me llevaron a la ruptura.
Asumiendo los errores cometidos, creciendo a través del dolor del proyecto trunco, perdonando y perdonándome es que pude cambiar de piel y volver a nacer con un corazón más fuerte y más maduro.
Es una nueva etapa, una era de risa y de optimismo que me llena el alma de luz y de ganas de vivir esto por muchos años más.
Se puede volver a empezar, pero habiéndonos hecho cargo de nuestra historia y a través de ella, dar algunos pasos en nuestra evolución de conciencia.
Bendigo mi historia, con sus risas y dolores. Nada de lo que vivo hoy sería posible si tan sólo un capítulo no existiese en la gran trama de mi vida.
Cuando miramos hacia atrás, sólo podemos bendecir aquello que en su momento, nos pareció trágico. Hoy lo podemos ver como la gran oportunidad de acercarnos al SER y sacar algunas capas del ego.
Cuando estamos en la crisis y el dolor, sólo basta pensar que es un capítulo de la gran trama del SER y que con desapego, podemos entender que no somos el dolor, somos mucho más que eso que nos sucede hoy.
Basta cerrar los ojos y sentir que hay algo palpitante, allí dentro, que nos conecta con la fuente divina y que es mucho más que lo que se despliega en nuestro presente.
Desapegarnos y confiar nos puede hacer la vida tanto más fácil y armónica desde sus raíces.